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Comerse el territorio y los aromas que viajan.

La pasión por cocinar, el gusto por servir – no sólo a la mesa – y la alegría por comer sabroso, son algunos de los pilares sobre los que Oriente se elevará. También haber visto y comprendido el trasfondo de la cocina, los fuertes lazos que se establecen más allá de los fogones, su simbiótica relación con los recursos naturales y con la energía transformadora del alimento, de los individuos y de la cultura, son motivos imperiosos y auténticos bajo los que Oriente decide emerger, ver la luz y participar en la construcción de la cadena del buen alimento y así unir a los proveedores y acercar a los comensales.

Llegar al mundo rural, fundirnos con él y regocijarnos con su innata sabiduría, hace que el sueño de que podamos disfrutar de la buena comida sea uno cada vez más real: con él podremos acceder a cosechas frescas y apoyar directamente a los proveedores artesanales, quienes a través de sus buenas practicas agrarias, protegen la biodiversidad, el agua, y permiten ilusionarnos con un planeta florecido para todos los que aún no han nacido.

Serviremos una comida sencilla pero siempre sabrosa, y así acercaremos a los comensales a las prácticas culinarias de la casa y de la familia, compartiremos el alimento e incentivaremos el consumo responsable y consciente al momento de elegir nuestros alimentos. De esta forma, cordial y simple, iniciaremos una pedagogía empírica – y nunca dogmática – para la mesa, la cocina y la huerta, que pueda formular una nueva dieta: una justa, sostenible y saludable que, liderada siempre por el gusto y el buen sabor, nos enrute hacia una salud personal, colectiva y planetaria que entienda que algo sólo es delicioso cuando es también bueno para el cuerpo y el territorio. Creemos que cambiando la dieta, ayudaremos a cambiar el mundo.

De esta forma queremos invocar al espíritu de la hospitalidad y del buen trato para que nos acompañe, pues el buen alimento no solamente entra por la boca sino que debe entrar también por el alma.