Comerse el territorio y los aromas que viajan.
* Participar en la construcción de la cadena del buen alimento en la acción – y dando aliento – uniendo proveedores y acercando al consumidor. Lograr que todas las personas podamos acceder y disfrutar de la buena comida
* Acercar a las personas al mundo rural / Acercarnos al mundo rural.
* Apoyar la buenas prácticas agrarias y a los productores artesanales.
* Ser una vitrina agrocultural de Colombia, y en especial de la meseta cundiboyacense, donde se vea, se goce y disfruten las riquezas de nuestro territorio.
* Fomentar la pedagogía experiencial, ya sea en la mesa, en la cocina o en la huerta.
* Sembrar semillas de consciencia para comprendernos como consumidores responsables en nuestras elecciones alimentarias, con capacidad de decisión, y de esta forma, entre todos, favorecer todas aquellas iniciativas agropecuarias que sean regenerativas y benevolentes con nuestros recursos naturales estimulando patrones de consumo diferentes.
* Iniciar a formular una nueva dieta que, liderada siempre por el gusto y el buen sabor, nos enrute hacia una salud personal, colectiva y planetaria al entender que algo solo es delicioso cuando este es bueno para el cuerpo y el territorio.
* Estimular la construcción de una bio región, viviendo y reviviendo economías locales, al mismo tiempo que se alimenta y se construye la comunidad pudiendo ser esta ejemplo social, cultural y ambiental para impulsar la soberanía alimentaria y favorecer la biodiversidad.
* Invocar el espíritu de la hospitalidad y el buen trato, pues el buen alimento no solo entra por nuestras bocas.
La pasión por cocinar, el gusto por servir – no sólo a la mesa – y la alegría por comer sabroso, son algunos de los pilares sobre los que Oriente se elevará. También haber visto y comprendido el trasfondo de la cocina, los fuertes lazos que se establecen más allá de los fogones, su simbiótica relación con los recursos naturales y con la energía transformadora del alimento, de los individuos y de la cultura, son motivos imperiosos y auténticos bajo los que Oriente decide emerger, ver la luz y participar en la construcción de la cadena del buen alimento y así unir a los proveedores y acercar a los comensales.
Llegar al mundo rural, fundirnos con él y regocijarnos con su innata sabiduría, hace que el sueño de que podamos disfrutar de la buena comida sea uno cada vez más real: con él podremos acceder a cosechas frescas y apoyar directamente a los proveedores artesanales, quienes a través de sus buenas practicas agrarias, protegen la biodiversidad, el agua, y permiten ilusionarnos con un planeta florecido para todos los que aún no han nacido.
Serviremos una comida sencilla pero siempre sabrosa, y así acercaremos a los comensales a las prácticas culinarias de la casa y de la familia, compartiremos el alimento e incentivaremos el consumo responsable y consciente al momento de elegir nuestros alimentos. De esta forma, cordial y simple, iniciaremos una pedagogía empírica – y nunca dogmática – para la mesa, la cocina y la huerta, que pueda formular una nueva dieta: una justa, sostenible y saludable que, liderada siempre por el gusto y el buen sabor, nos enrute hacia una salud personal, colectiva y planetaria que entienda que algo sólo es delicioso cuando es también bueno para el cuerpo y el territorio. Creemos que cambiando la dieta, ayudaremos a cambiar el mundo.
De esta forma queremos invocar al espíritu de la hospitalidad y del buen trato para que nos acompañe, pues el buen alimento no solamente entra por la boca sino que debe entrar también por el alma.